El ex puma Marcelo Bosch compartió a través de su cuenta de Instagram una historia íntima y muy emotiva que involucra el nacimiento de sus hijos y una de las grandes victorias de la historia del seleccionado nacional.
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Durban, Sudáfrica. Agosto del 2015. Rugby Championship.
Han habido muchos GRANDES momentos en mi carrera. El penal en Racing fue uno de ellos pero la victoria en Durban con Los Pumas fue mucho más que un logro deportivo. Fue un sueño hecho realidad.
LA PREVIA
Me uní al equipo que viajaba a Sudáfrica días más tarde del nacimiento de mis hijos Salvador y Valentín. Era un domingo y dejaba a mi mujer con dos bebés en la Neonatología de la Trinidad.
Como los chicos evolucionaban bien, con Agus decidimos que me iría de gira. Fue una decisión muy difícil de tomar. Pero no me arrepentiría. Siempre es un desafío enorme jugar contra Sudáfrica y más en su tierra por lo que representa. Pero en esa semana había un condimento especial: nos acompañaban Los Pumas del ’65 para conmemorar la gira que habían hecho 50 años atrás.
Nos vimos en algunos entrenamientos y compartimos una cena muy emotiva entre semana en el hotel donde nos alojábamos. Nos mezclamos en mesas compartiendo sus vivencias y anécdotas y lo que significaba viajar juntos después de 50 años recordando a los que ya no estaban.
Me acuerdo haberme cruzado con uno de ellos en el baño y que me dijera: “Vos vas a meter un penal de larga distancia el sábado”. Casualmente en la última pelota del primer tiempo íbamos a tener un penal de mitad de cancha en la que la patearía y entraría la pelota.
Durante la semana tuvimos una charla entre los más jóvenes y los más experimentados del equipo en donde hablamos honestamente para alinearnos y acordar ser lo más exigentes y disciplinados posibles de cara al Mundial.
Pero dentro de este mágico contexto, irrumpían las responsabilidades de mi nueva vida de “padre”. La noche antes del partido, el hotel estaba tranquilo. Los jugadores ya descansaban en sus cuartos. Eran las 10.30 de la noche y yo rondaba por la recepción del hotel escaneando mi pasaporte y demás documentos para mandar a mi mujer. Al día siguiente tenían turno con la Embajada inglesa para visar a los chicos para que pudieran salir del País y volver a nuestra casa en Inglaterra a pocas semanas del Mundial. Una locura.
EL PARTIDO
El equipo estaba con mucha confianza. Y recuerdo a Agustín Creevy diciendo en alguna charla durante la semana: “Hay algo en el aire”.
El himno fue muy emotivo. Enfrente nuestro estaban aquellas leyendas del 65 abrazados junto a suplentes, médicos, kinesiólogos y se veía y sentía una emoción muy fuerte en ellos, era impresionante.
En lo personal me invadieron muchas emociones juntas: la importancia del partido, los esfuerzos para estar ahí y el sentir que era mi primer partido (y qué partido) siendo padre. Nada menos que de dos criaturas. Fue difícil contener las lágrimas.
Del partido no hay mucho que decir más que fue inolvidable. De entrada salimos muy enchufados y concentrados y así jugamos los 80 minutos. En el minuto 2′, apoyaba el primer try y así serían el resto de los puntos.
Pateé un drop que me vino de la nada. La pelota estaba muy lenta, se había perdido la dinámica pero estaba parado de 10 y al recibirla instintivamente pateé y por suerte, sumó puntos.
Después del partido y por única vez, lo primero que hice al entrar al vestuario fue llamar a mi mujer. La foto del post de la PARTE 1 fue tomada en el vestuario una vez que los festejos habían comenzado.
Saludarnos, abrazarnos, saltar y cantar, sacarnos los botines e ir a la ducha con una cerveza bien helada son las sensaciones que más recuerdo de ese momento.
Y la camiseta… esa sí que no se la regalé a nadie. Y está entre mis mejores recuerdos.
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