Carta a los padres del rugby
Hoy tu hijo cree que va a ser Puma. Los entrenadores le están mintiendo. Le están haciendo creer que está aprendiendo a jugar al rugby.
Yo fui jugador de Marista y me creí el versito del rugby. Pero a los 52 años me tocó pasar un cáncer. Ahí me di cuenta que me habían mentido en el club.
Enseñarme rugby fue una excusa para aprender a que te tenés que esforzar, a que si te duele tenés que seguir esforzándote, a que si estás por aflojar va a venir un grupo de amigos para mantenerte de pie porque en el rugby, como en la vida, o estás de pie y seguís para adelante o estás de rodillas y no podés jugar. Así nos decían el Chiqui, el Fisi, el Mario, el Edgardo, el Pancho y tantos otros entrenadores.
En la vida nos toca enfrentar momentos duros, sean enfermedades u otros golpes, haber jugado al rugby nos entrenó para enfrentarlos.
Escribo esto para agradecer a todos los entrenadores y directivos que hacen posible que nuestros hijos aprendan para la vida. También para agradecer a las camadas con las que compartí cancha, de nuestro club y a las de los otros clubes porque sin ellos tampoco sería posible la magia del rugby.
GRACIAS
Fernando Barbera*
*El autor fue jugador de Marista de Mendoza y de seleccionados juveniles de la URC. Es empresario gastronómica y preside la Asociación Empresaria, Hotelero, Gastronómica y Afines de Mendoza (AEHGA)