Alejandro Moreno: «Hay que ver el precio que quiere pagar cada uno para llegar»

Alejandro Moreno tiene 46 años, se inició en Roca RC de Río Negro, tuvo una extensa trayectoria en el exterior y hoy está en Pucará, uno de los principales clubes del rugby de Buenos Aires. Sobre su actualidad en el club de Burzaco y su experiencia internacional habló largo y tendido con Rugby.com.ar.

-¿Cuál es tu función en Pucará?

-Desde hace dos años soy el coordinador general de rugby y mi función, principalmente, es desarrollar entrenadores pero con el tiempo me fui metiendo y hago toda la parte de posturas desde escuelita hasta M13, formaciones fijas de M13 a M19 y entreno los forwards del plantel superior.

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-¿Cómo llegaste a Pucará?

-Llegué porque estaba en el Jockey de Villa María y en el Nacional de Clubes jugamos contra Pucará. Ahí me encontré con el Cuta Jorge, a quien conocí en mi paso por el seleccionado. No nos veíamos hacía 20 años, nos encontramos, me dijo ‘tenés que venir al club’ y después de seis meses de idas y vueltas me vine.

-¿Con que club te encontraste?

-El club está muy bien, tiene una muy buena estructura y una cultura que siempre fue la de los tiempos de Aitor Otaño, del rugby total, de correr y pasar la pelota. Sin embargo en el rugby de hoy se necesitan las formaciones fijas para tener la pelota y para poder atacar con los tres cuartos. Mi trabajo es incorporarle a esa cultura de correr y pasar la pelota las formaciones fijas y la obtención. Desde el día uno me dieron luz verde y todo lo que yo propongo se hace. Ya voy por mi tercer año y todo lo que hacemos de coaching o correcciones es recibido con muy buena predisposición.

-¿Qué diferencias hay entre el rugby de Buenos Aires y el del interior?

-La cantidad de gente. Eso te lleva a que tengas un grupo de 20 o 30 que se entrena todos los días. En el interior es todo más tranquilo. Acá los chicos, en su mayoría, están a dos horas de transporte público de cualquier club, En Pucará los chicos son de Adrogué o Burzaco y para ir a estudiar o trabajar tienen que andar una hora u hora y media de ida y después de vuelta. Entonces están muy bien organizados. Para el jugador del interior es más fácil, hasta podría entrenar doble turno, pero es un tema cultural. El Top 12 se hizo tan competitivo que los chicos asumieron que si no te entrenás no podés jugar porque el ritmo y la intensidad es cercano al rugby internacional.

-¿Cómo ves que no se juegue el Campeonato Argentino y se haya vuelto a reducir el Nacional de Clubes?

-Todos quieren jugar el Nacional o el Argentino pero hay que darle un orden. Veo mal que hayan sacado el Argentino porque era muy lindo, yo lo jugué cuando estaba en Alto Valle. El tema es organizativo y sacarle fechas a los jugadores. Hay que cuidarlos y si tenés seleccionado, Top 12 y Nacional son como 40 fechas, es una locura. El Nacional del año pasado fue corto, yo quizás lo haría más largo y lo alternaría con el Top 12 a lo largo del año pero también hay que tener en cuenta que vivimos en país gigante, la logística es complicada.

-¿Cuántos partidos por temporada debería tener un jugador?

-Con 30 o 35 ya estaríamos a un nivel muy exigente. Creo que entre 25 y 28 está bien si pensamos que la pretemporada hay que hacerla de 8 semanas. Fisiológicamente está comprobado que en esas 8 semanas podés preparar el cuerpo para una temporada de 25 a 30 partidos. Después tenés que dejar unas 4 o 5 semanas de vacaciones aunque por ahí desconocemos que en 72 horas el cuerpo pierde más del 70% del entrenamiento. A los 5 días ya arrancás de cero y por eso los chicos cuando están 2 o 3 meses en el verano sin hacer nada el primer día les duele todo, no se pueden ni peinar. Es natural. También hay que tener en cuenta el descanso. Nosotros entrenamos de noche cuando lo ideal es estar durmiendo a las 22 y las 23, lo mejor es tomar proteínas o alimentarte justo cuando recién terminás de entrenar para que el cuerpo se recupere más rápido, tener en cuenta la dieta. Son todos detalles que algunos por ahí los chicos los cumplen, no es imposible, pero implica mucho sacrificio porque es un deporte amateur.

Hay que ver el precio que quiere pagar cada uno para llegar. A todos nos gusta ganar, pero para ganar en serio hay que sacrificar los fines de semana, el alcohol y ahí se ve a que está dispuesto cada uno o que compromiso tiene

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-¿No es malo que haya tantos jugadores del interior o de clubes del ascenso que se vayan a jugar al Top 12?

-Pucará no tiene una política de salir a buscar chicos de otros clubes pero hay varios colegios de la zona que hacen educación física en el club y ahí es donde esos chicos, que quizás están jugando en otros clubes, se vienen. Después hay clubes que reciben muchos chicos del interior y el tema es que estén preparados para contenerlos. Los clubes de La Plata, de San Isidro o Belgrano, por ejemplo, están muy cerca de las universidades y para los chicos es más cómodo.

-¿Cómo fue tu experiencia como jugador viniendo desde el interior a Buenos Aires?

-Muy buena. Yo en el 97 jugué en un seleccionado de la UAR que se llamaba Seleccionado de Ascenso, con jugadores de las uniones más chicas. Los entrenadores eran Gonzalo Beccar Varela y Tacho De Vedia y Gonzalo me dijo que iba a entrenar a San Fernando y me ofreció ir a jugar. Me consiguieron un trabajo, vivía en el club, entrenaba en el Cenard y ese fue el año que me convocaron a Los Pumas para la gira a Japón y el Sudamericano.

En el Sudamericano de 1998 me vino a hablar un francés que se llama Henri Cazaubon, de Agen, me dijo que le había gustado como jugaba y que necesitaban un pilar. Dos semanas después estaba en Francia.

-¿Te imaginabas que ibas a jugar rugby profesional en Europa?

-No tenía ni idea y encima cuando llegué a Agen estaban Benetton (Philippe), Benazzi (Abdelatif), venía Philippe Sella, tipos a los que yo veía en la revista Test Match y de los que tengo los posters todavía en casa. Algo muy loco, yo venía de Roca RC de Río Negro y de San Fernando, pero la verdad es que la pasé genial. Jugué casi 15 años, estuve dos años en Agen, tres en Perpignan, dos en Brive, siempre en el Top 14. Después en Inglaterra estuve 4 años en Leicester Tigers, dos en Worcester y en Leeds, cerca de Escocia, jugué dos años y me quedé uno más de entrenador de forwards cuando me retiré.

-¿Mientras jugabas te formaste como entrenador?

-Hice todos los diplomas de entrenador en la Universidad de Loughborough, cerca de Leicester, donde estudió Clive Woodward, incluso nos dio algunas clases. También vinieron otros entrenadores conocidos como Nick Mallett (sudafricano que entrenó a los Springboks y a Italia).

-¿Es mejor el rugby inglés o el francés?

-Son distintos. El rugby inglés es más estructurado, les gusta más que el juego pase por fases, cada uno cumple su rol y cuando hay espacios recién ahí aparece la creatividad. Leicester, por ejemplo, es uno de esos clubes que tienen más de 100 años y una cultura muy fuerte. Leicester busca primero forwards, después se fijan en los tres cuartos. Están convencidos desde hace más de 100 años que todo comienza en las formaciones fijas y la obtención. Neil Back, el tercera línea, tiene el récord de tries con más de 80 pero la mayoría fueron de maul. Y mirá que por Leicester pasaron wines o centros que fueron estrellas.

-¿Leicester fue el pico máximo de tu carrera?

-Si, no solo a nivel rugby sino de lo que es el club. Teníamos todo a disposición y solo nos preocupábamos por jugar. Teníamos dieta individual, shake de proteínas personalizado, fue el primer club que usó GPS, teníamos cinco analistas de video, 20 cámaras en el estadio y después el resto lo imitó porque vieron que funcionaba. Leicester fue el primero que tuvo un centro de entrenamiento, siempre tuvo su estadio propio y además está manejado como una empresa.

-¿Sabías lo que era Leicester cuando te contrataron?

-Yo llegué en 2004 y había seis de los ocho forwards que a fines de 2003 habían sido campeones del mundo con Inglaterra. Cuando te ofrecen ir a un club como ese no hay nada que pensar: jugás con el capitán de Inglaterra y de los Lions (Martin Johnson), casi todo el pack campeón del mundo, el full back de Irlanda, los Tuilagi, un par de All Blacks, es imposible decir que no. En ese momento estaba jugando para Italia, jugaba el Seis Naciones. Fue una época fantástica.

-¿En el rugby italiano nunca jugaste?

-Estuve unos meses en L’Aquila y justo me agarró el terremoto, en 2009, por eso no duré mucho. También jugué una temporada en Calvisano y en 2001 jugué en Parma porque el entrenador de Italia quería tener a todos juntos pero no funcionó.

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-¿Cómo te llegó la convocatoria de Italia?

-Yo tuve pasaporte italiano toda mi vida. Mi abuelo, inmigrante, tuvo la sana costumbre de que a los nietos cuando nacíamos nos traía a Buenos Aires con todos los papeles y nos hacía el pasaporte. Jugué en Los Pumas, ahí nomás me fui a Agen y el Mundial 99 estaba a meses. Me llamaron de Italia, llamé a la UAR y hablé con Soledad (Iglesias) que hoy es la gerenta, y como vi que no estaba en ninguna lista decidí aceptar la convocatoria. Terminé jugando el Mundial 99, en el 2000 entramos al Seis Naciones, en el Mundial 2003 me rompí la rodilla antes de viajar a Australia y mi último test match fue en 2008, cuando le ganamos a Los Pumas en Córdoba.

-¿Quiénes fueron los mejores jugadores con los que jugaste?

-En Francia: Benetton, Benazzi, Crenca (Jean-Jacques), Nicolas Mas, el Flaco Rimas (Álvarez), Scott Robertson, que hoy es el entrenador de Crusaders, después Daryl Gibson que fue centro de los All Blacks, Geordan Murphy, full back de Irlanda que era increíble, el Gordo Castro (Martín Castrogiovanni), Marcos Ayerza, Parisse (Sergio). Para mi Parisse es el mejor ocho que vi después de Zinzan Brooke. Algunos te hablan de Picamoles (Louis) o Kieran Read pero para mi Sergio es increíble, puede patear, tirar el line, saltar, jugar al seven, arranca y hace un zurco en la cancha, mete 15 o 20 tackles por partido, tiene como 150 test match y cinco mundiales. Nick Mallett en 2008 me dijo ‘Sergio va a jugar acá hasta que no pueda ni caminar’. Tiene un don físico, es realmente un atleta, se cuidó siempre y entiende muchísimo el juego. Otros pueden ser Martyn Corry, Lewis Moody, Ben Kay, Julian White.

Los Tuilagi que son de otro planeta. Yo les decía que eran El increíble Hulk en vivo. Parece irreal la potencia que tienen, es algo inhumano. Nunca vi algo igual

 

-¿Los isleños son indisciplinados?

-Son ADN puro. Son relajados, se divierten y por eso cuando se juntan en el seleccionado les cuesta ordenarse. Lo toman de otra manera pero dentro de una estructura profesional metés a 3 o 4 y hacen una diferencia abismal.

-¿Porqué Italia no da el salto a nivel de juego y resultados?

-Lo de Italia es cultural. El rugby está centralizado en el Norte y no en todos lados, solo Rovigo, Treviso, Padova, que son los lugares donde creció el rugby italiano. El resto es complicado pero tienen una estructura de academias muy buena y el M20 ha mejorado mucho. En un par de años más, cuando se consolide ese sistema, van a poder tener un Top 12 de más nivel porque lo fuerte ahora está en las dos franquicias (Zebre y Benetton). Es cuestión de tiempo porque hay partes de Italia donde el rugby casi no se conoce o no lo miran, es todo fútbol. Es tiempo pero tienen mucha plata y en el Pro 14 las franquicias están mejorando aunque todavía tienen demasiados jugadores extranjeros que por otro lado sirven para transmitir la cultura de rugby. El italiano es fuerte, es grande, los piamonteses son como los sudafricanos pero no maman el rugby como acá porque recién empiezan a jugar a los 14 o 15 años.

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-¿Cuáles fueron los pilares más duros que enfrentaste?

-Zirakashvili (Davit) el georgiano que jugaba para Clermont, tremendo. Omar Hasan, que fue compañero mío en Agen y también me tocó enfrentarlo. Eran pilares diferentes. Craig Dowd, de los All Blacks, era muy duro y Adam Jones, de Gales, quizás no era tan duro pero muy mañoso.

-La última: ¿qué pasa con el scrum argentino?

-Nos olvidamos, o les dejamos de prestar atención a los fundamentos que teníamos que eran las formaciones fijas, después lamentablemente se lesionaron algunos chicos y vino el cambio de reglas pero estoy convencido de que no debería haberse cambiado el reglamento, la clave está en la formación. Que los jugadores estén bien formados técnica y físicamente desde chicos es la mejor forma de prevenir lesiones.