Un hombre, tres clubes

La historia indica que en 1924 una división intermedia de GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires) llegó a jugar un partido y se encontró con la sorpresa de que la cancha estaba ocupada por una jineteada!!. Así nace la idea de formar un nuevo club de rugby y en una lechería de la calle Cangallo una docena de estos muchachos forman Curupaytí.

El nombre surge del recuerdo de los valientes que murieron en el asalto de Curupaytí, el 22 de setiembre de 1866, una de las batallas más sangrientas de la la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. En aquel intento por tomar una fortaleza paraguaya murieron 8.000 porteños.

Ese espíritu inspiró a los jóvenes fundadores del club que debe su nombre a la localidad paraguaya que en guaraní se pronuncia Curupag-té y significa lugar de Curupays, un árbol semejante al algarrobo. El 30 de julio de 1924 se funda «un equipo de rugby en el que solo actuarían los que fueron verdaderos compañeros y amigos, con prescindencia de su buena o mala calidad como jugadores». Toda una declaración de principios.

Uno de los fundadores fue Jacques Bony de Cabaret, quien emulando al equipo en el que jugaba en Francia propuso que los colores de Curupaytí sean rojo sangre y azul marino. Así lo aceptaron los otros fundadores de Curupa que fueron: Juan Manzano, Víctor «Pampa» Del Mazo, Ricardo «La Vieja» Illa, Fernando «Talero» Ramos, Julio Prato Murphy, Manuel «Gallego» De la Colina, Mariano «El Holandés» Van Loo, Rómulo Illa, José Rivarola, Felipe Duffy y Jorge O’Donnell.

Unos años después, éste último se radicó en Mendoza y fue un impulsor de otro club, como él mismo lo contó en una entrevista publicada en 1967: «Yo no fui el primero que hizo rugby en Mendoza, antes de mi llegada, que fue en 1932, González del Solar y Gastón Lacasse hicieron un equipo que llamaron Mendoza Rugby Club, jugaron algunos partidos y luego desaparecieron. Luego yo les di un impulso». Lo cierto es que Jorge O’Donnell quedó en la historia del club decano del rugby mendocino (fundado en 1927) y desde 1974 el seven oficial de las categorías juveniles, organizado por los Conejos, lleva su nombre.

Estar en la historia de dos clubes no es poca cosa, pero faltaba uno más y en 1961, entre un grupo de juveniles de Obras Sanitarias de Mendoza surgió la iniciativa de formar un nuevo club. Uno de esos jóvenes era Roberto «Patito» O’Donnell, hijo menor de Jorge, también estaba Jorge Enrique (el hijo del medio) y eso impulso al doctor Jorge César O’Donnell a asumir el desafío y convertirse en el ideólogo, fundador y hasta anfitrión de las primeras reuniones de Los Tordos Rugby Club, cuyo nombre no tiene que ver con el Pájaro, aunque muchas veces se lo relacione. Sucede que el Doctor O’Donnell (era abogado) le decían «Tordo» y como se trataba de «los seguidores del Tordo» ese fue el nombre elegido para el nuevo club. Si hasta a su esposa, Dorita Boero, la llamaban cariñosamente «La Torda».

El Tordo O’Donnell, en 1972, el día de la inauguración de la actual cancha de Los Tordos

Los colores elegidos fueron los mismos de Curupaytí y unos años después, en 1967, el Tordo explicaba: «Fui fundador del club Curupaytí que ahora tiene un precioso campo de deportes en Hurlingham y en un tiempo llegué a jugar en primera. Esa es una de mis grandes satisfacciones. Claro que esos eran otros tiempos, ahora la vida está difícil. Una camiseta cuesta mucho dinero, no se puede «crear» pero la imaginación me alcanzó para que nacieran Los Tordos«.

El Tordo Jorge César O’Donnell nació en 1905 y falleció en los 80, antes que saliera por primera vez campeón el club en el que jugaron sus hijos, sus nietos (Ian, uno de ellos, hoy es el presidente) y lo hacen sus bisnietos. Su pasión por el rugby dejó una huella imborrable.