Había una vez un chico de 7 años que jugaba al rugby. Para él Los Pumas eran personajes casi mitológicos que veía a través de la televisión (en blanco y negro) y de las páginas de El Gráfico o de alguna revista de rugby que llegaba de vez en cuando.
En aquella época, a través de un familiar le llegó un poster de Los Pumas que pasó a ocupar el lugar más importante de la pared de la habitación de él y sus hermanos. El póster estaba firmado por los hermanos Iachetti (Sandro y Marcos) pero tenía en el centro de la escena a otro jugador que en aquel momento era una especie de súper héroe.
Pasaron 40 años y aquel chico se encontró un poco de casualidad con Tomás Petersen, el protagonista de aquella imagen.
-¿Como ves el rugby de hoy?
-Tener una franquicia en el Súper Rugby o una liga profesional en el continente en nuestra época eran cosas absolutamente impensadas. Es cierto que en un momento la transición del rugby amateur al profesional fue un poco dura pero a nosotros nos tocó transitar en parte ese cambio del amateurismo que nosotros practicábamos contra jugadores que ya estaban dentro de un profesionalismo marrón como se lo llamaba en esa época. Ya en ese momento se empezaba a ver que todo iba a desembocar en un profesionalismo puro porque inclusive se ponía en riesgo la integridad física de los jugadores.
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-¿Te imaginabas cuando eras joven que ibas a llevar más de 30 años viviendo en el Sur?
-Desde que era estudiante universitario (es ingeniero civil) mi consigna era subirme a cualquier bondi que cruzara la General Paz. Le apunté a Mendoza durante un tiempo, fui varias veces por trabajo y por el rugby y cada vez que pasaba intentaba hacer un contacto, porque tenía montaña y tenía rugby, pero no surgió ninguna oportunidad.
En el año 79 fui a jugar a Nueva Zelanda con Los Pumas e hice una consulta en la Universidad de Christchurch, donde había especialistas en construcciones antisísmicas y aplique para ver si me daban una beca para jugar y estudiar pero me dijeron que muchas gracias pero si quería asistir tenía que pagar algo así como 50 mil dólares al año. Claramente no fui, pero desde esa época ya me quería ir.
Hace más de 30 años que vivo en San Martín de los Andes donde soy cofundador de un club (Bandurrias) y de la Unión de Rugby de los Lagos, y después de ser presidente de la unión llegué a formar parte del Consejo de la UAR representando a la región
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-¿Pensabas que ibas a llegar ser dirigente de la UAR?
-Jamás me lo imaginé. Me costó asumir que ya no era jugador. Yo en Lagos fui jugador como cinco años más desde que llegué, después entrenador, referí y ahora dirigente. Ha sido un proceso enriquecedor, muy lindo. El rugby en el Sur no es fácil pero la gratificación es proporcional al esfuerzo.
-¿Cuál es tu relación actual con el SIC?
-Estoy alejado, la final de este año ni siquiera la pude ver por televisión porque no estaba en casa. Por supuesto que lo sigo porque están todos mis amigos pero cuando voy a Buenos Aires voy con poco tiempo y a veces voy al club pero un jueves a comer, no me quedo el fin de semana, prefiero volver a mi casa y estar con la familia. El SIC para mi sigue siendo una cuestión de afectos y los afectos los puedo ver un jueves en una comida.
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-¿Y a Los Pumas vas a verlos?
-Los voy a ver cuando la reunión de Consejo coincide con un partido. También es un lugar donde me encuentro con amigos y ahora que hay un lugar en la tribuna para Los Pumas tengo una plateíta. El rugby es algo que te queda para toda la vida, sobre todo si por una razón u otra seguiste vinculado.
-¿Hay mucha distancia entre el rugby que jugaste vos y el de ahora?
-Mucha. No creo que hoy me diera el estándar de altura para jugar en ese nivel. Por ejemplo lo veo al australiano Hooper (Michael) y es más alto que yo. Le pasa un poco lo que me pasaba a mi cuando jugaba, venían y me decían ‘no sos tan petiso’ porque me veían al lado de Gabriel (Travaglini), Ure, Milano, Sandro (Iachetti) y parecía un gurrumín. Lo mio fue mucho esfuerzo y entrenarme 5 veces a la semana, 11 meses al año.
-¿Los Pumas de los 80 se entrenaban más que la media de los jugadores de esa época?
-Si, porque no nos quedaba otra. Yo tuve la suerte de ir de gira con un Resto del Mundo con siete de los All Blacks de ese momento y los tipos, aunque entrenáramos doble turno, se levantaban a las 7, iban a correr una hora y después desayunaban con todo el equipo. Yo los tomé como ejemplo porque después en la cancha tenés que rendir los 85 minutos que dura un partido. Son lecciones que fui aprendiendo porque además yo nunca tuve muchas habilidades, siempre fui medio bagayo.
El juego ha tenido una evolución enorme en dinámica, técnica y en las destrezas de los jugadores. Nosotros apenas podíamos pasar la pelota»
-¿Los jugadores buenos de antes serían buenos ahora?
-Si, porque seguramente estarían preparados como los de ahora pero yo creo que no tendría posibilidades, se me cagarían de risa. Me acuerdo que cuando yo era chico, en Los Pumas del 65′ estaba Raúl Loyola, que era más petiso que yo, el ala que yo remplacé en el SIC, Cuca Carracedo, era como yo y el Negro Iglesias era un poquito más alto. Era otro juego.
-¿Francia era el gran rival de tu época en Los Pumas?
-Lo que pasaba con Francia era que realmente no sabías si salías vivo de la cancha. Era encomendarse a Dios. En otros partidos había peleas o cosas pero con ellos era peligroso, tenían incorporado el juego sucio como reflejo. Ni lo pensaban, era natural. Me acuerdo que ellos tenían terceras líneas muy grandes como Champ (Eric) o Rodríguez (Laurent) y uno más bajo que era Gratton (Jacques). En un partido contra ellos entré a un ruck y lo próximo que me acuerdo era que me estaban echando agua. Después en el line Rodríguez me miraba pero yo ni sabía que él me había pegado. Ganamos, fuimos al tercer tiempo y vino Fouroux (Jacques) que era el entrenador y era amigo de Sandro Iachetti y me dijo ‘Rodríguez golpeó y Petersen jugó, la próxima semana Rodríguez al banco y Petersen en la cancha’. Lo sacaron, jugó Gratton que era más dinámico y nos ganaron.
-¿Y con los All Blacks o los Springboks como era?
-Con Nueva Zelanda una vez hubo alguna pelea pero eran mucho más correctos y los sudafricanos no entran en la rosca, no lo necesitan. Los tipos tienen una supremacía física tan grande y creen tanto en eso que termina siendo su punto débil porque en el juego más previsibles. Si te multiplicás en defensa y los presionas les podés ganar, de hecho les hemos ganado. En cambio los neocelandeses son más humildes, no se la creen y por eso juegan mejor.
Fueron unos 20 minutos de recuerdos y charla de rugby hasta que llegó el momento de la despedida afectuosa, pero antes aquel chico tenía que pedirle algo más al gran tercera línea que era el protagonista del póster.
Pasaron 40 años y un día me saqué una foto con Tommy Petersen.
Juampi, que buena nota..un ídolo de tantos de nuestra generación. A seguir buscando la foto con todos los pumas de los 80!!