Está de visita en el país en su función de director del Consejo de Negocios Australiano-Argentino (aa-bc.org) que tiene sede en Sidney, haciendo contactos y visitando gente para programar la visita de una misión australiana en julio de este año. Su nombre es Enrique Rodríguez pero dentro y fuera del rugby todos lo conocen como Topo.
Con 66 años, el legendario primera línea llegó a ser capitán de los Wallabies en 1987, frente al seleccionado de la Unión de Rugby de Cuyo: «Fue una gran sorpresa y un orgullo enorme».
Un par de años más tarde retornó al país con su club australiano, Warringah RC. «A esa gira vine medio como entrenador-jugador, ya estaba grande pero seguí jugando en el club hasta los 40 y me retiré en el año 92. Demasiado, si hubiera tenido el mismo cerebro que tengo ahora hubiera parado 5 años antes pero bueno, es como un dulce, cuesta dejarlo».
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Rodríguez es entrerriano pero muchos lo relacionan con Córdoba, donde se inició en el rugby mientras estudiaba en 1971: «Estudié psicología 3 años en la Universidad de Córdoba. En 1974 tuve que dejar mis estudios para atender a mi familia y el trabajo. El rugby donde siempre fui 100% profesional (en actitud y dedicación) pero amateur, me llevaba bastante tiempo pero cuando empecé a viajar ya sea con el club, con Los Pumas o Australia leí; aprendí mucho de ‘psicología conductista’. Ya en Australia desde 2004 me puse a estudiar psicología, psiquiatría, neurología y todo lo relacionado con la salud y las enfermedades mentales. En realidad me dediqué más que si hubiera hecho un Master en ciencias de la salud mental».
«Yo empecé en Universidad Nacional de Córdoba en 1971 y jugué hasta el 77. En esos 6 años jugué 3 años de tres cuartos y después 3 años de forward. Yo conocí el rugby recién a los 19 años, antes había jugado al básquetbol y en la secundaria hacía otros deportes como handball, vóleibol y béisbol».
Aunque llegó a jugar de full back, cuenta que recién alcanzó su madurez cuando llega a la primera línea: «Siempre digo que empecé a entender el rugby cuando pasé a jugar en la primera línea, porque tenés mas tiempo para ‘mirar’ el rugby desde adentro de la cancha. Salís de un scrum cansado y ves como se mueven los demás, tenés otro panorama. Los que juegan en otro puesto ven mucho menos, se creen que el juego es lo que pasa al lado de ellos».
Pese a que todos relacionan su despegue rugbístico con su paso por Tala Rugby Club, el ex puma y ex wallaby aclara: «Yo ya estaba formado cuando llegué a Tala. En el año 77, siendo jugador de Universidad Nacional, jugué en el seleccionado del Interior contra Francia en un equipo que entrenaba un mendocino, el Rata Martínez, y el rosarino, Gonzalo Del Cerro. Además, en esa época el scrum de Universidad era superior al de Tala y nos entrenaba el mismo entrenador, el Dr. Carlos Bassani Arrieta. Cuando pasé a Tala jugué con mejores jugadores y con mayor dedicación también. Fueron 6 años con un equipo muy exitoso al que popularmente eramos conocidos como «La Máquina de Ganar». Tala es un club que desde aquellos años está en los primeros puestos. Es casi como los All Blacks pero serían los All Black and White ja».
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Pese a sus buenos recuerdos del club de Villa Warcalde, admite: «Cuando tengo tiempo voy, pero no siempre puedo y a mi me gusta venir a Argentina e irme quedándome con las ganas de volver. No me gusta ‘abusar’ de la hospitalidad local».
Respecto a la actualidad del juego fue crítico: «No me llama la atención lo que se ve y el manejo, el gerenciamiento del juego, me parece terrible. Desde la World Rugby hay muchas incongruencias, por un lado te hablan de valores y de espíritu, antes te decían ‘el rugby es un deporte para caballeros de todas las clases sociales’ o ‘para jugadores de todos los tamaños’ pero ahora son todos parejos. La gran generosidad del rugby está desapareciendo porque se buscan atletas y respecto de la seguridad del juego van a seguir preocupados hasta que no se hagan cambios. Hay mucho por hacer y eso quiere decir que muchas cosas están mal».
«El rugby australiano también está muy mal. Los resultados están a la vista. Yo no lo miro, solo lo leo y elijo a quién leo. El negocio/deporte está globalmente mal manejado. Argentina y Australia, en el rugby, son dos países en una crisis similar. Si tenés jugadores profesionales tenés que tener árbitros, entrenadores y dirigentes profesionales. Yo no veo que haya una especialización en los dirigentes, todavía son amateurs y están porque les gusta figurar, viajar, ponerse la corbata y jactarse del escudo UAR. Están en la lírica de la década del 70 con al agravante de que antes eran 5 tipos y hoy son 50 porque hay más plata en juego y alrededor del juego. Este modelo no me atrae y el juego tampoco», expresó.
Con convicción, Rodríguez afirmó: «El rugby de club debe seguir siendo amateur. Pero además acá en Argentina la plata no se filtra al semillero. Tienen una vaca lechera que ordeñan todos los días pero nunca le ponen pasto en la boca. El 90% se gasta en la elite y los que alimentan a los seleccionados son los clubes. Que no se juegue más el Campeonato Argentino es un error, le quitás un escalón al jugador. Nosotros lo jugábamos en dos fines de semana, sábado y domingo, como no van a tener 4 semanas para jugar el Argentino. Y en el Super Rugby Argentina debería tener dos equipos para tener más competencia interna. Si la TV paga para que haya 5 equipos en Nueva Zelanda o Sudáfrica ¿porque no puede haber dos en Argentina?. Agustín Pichot empujó y logró muchas cosas, pero la familia Argentina del rugby también hizo muchos méritos deportivos y ‘financieros’ para entrar y el Super Rugby la necesita para acrecentar el mercado televisivo».
A Mario Ledesma no lo conocí personalmente, solo lo vi un par de veces, compartimos un almuerzo para 70 persona en Newcastle y nada más. No tengo nada en contra suyo pero tanto el scrum australiano, como el argentino, vienen sufriendo hace mucho tiempo. Los resultados están a la vista
El scrum, un símbolo del rugby nacional por muchísimos años no está en un buen momento y Rodríguez es palabra autorizada en el tema: «Desde el año 2000 vengo diciendo que el scrum argentino se ha degradado porque se ha ido desvaneciendo la técnica gradualmente. Fue adandonado por la famosa ‘dinámica de juego’, la técnica fue diluída y mezclada con un popurrí de otras técnicas europeas. Hay mucha gente, amateur, que sabe mucho más que los entrenadores que han estado en los seleccionados. Además, en 2012 presenté un proyecto para hacer una Academia Internacional de scrum acá en Argentina. Se lo presenté a Luis Castillo, a Carlos Araujo y a Agustín Pichot pero no me dieron pelota, ni siquiera las gracias y además no supieron ni copiarlo o replicarlo. Hablé con Lucho Gradín, con Emilio Perasso y un montón de gente. No era ‘la escuela del Topo’ era una Academia argentina para que vengan de afuera a aprender, que paradoja, ahora Argentina tiene que salir a aprender de afuera. Como especialista, uno de los graves problemas del scrum es que los entrenadores empezaron a elegir terceras líneas para jugar de pilar o hooker. El otro día leí un artículo en La Nación que en el título hablaba de «La fuga de los primeras líneas». Los que se fugan son los presos. ¿Hay jugadores que están encarcelados por el rugby argentino?. Es como si les echaran la culpa al éxodo’, pero en realidad hay que ver porque se fueron. ¿Estaban contentos? ¿Los dirigentes manejaron bien las cosas?».
Apasionado y enfático, el Topo afirmó: «El quilombo que tienen es porque ignoraron la técnica y la historia de nuestro scrum. Desde Catamarca Ocampo en 1945 o 50. El otro problema es que durante años, cuando el rugby se hizo profesional, muchos jugadores fueron a Francia e Inglaterra y el ego de ellos se agrandó. Cada uno aprendió una técnica distinta en su club y cuando venían acá era un popurrí, cada uno mostraba sus ‘chapas’ y algunos entrenadores se dejaron llevar perdiendo el control del equipo y de la técnica. Si el entrenador tiene convicción y sabe lo que está haciendo, eso no pasa. Aquí surge la moda de «Player-Power», (el poder de los jugadores). Los locos manejan el asilo. El rugby no puede ser democrático, siempre fue vertical: entrenador, capitán, subcapitán y demás jugadores, porque en la cancha no hay tiempo para hacer consultas, hay que tomar decisiones en el momento. Eso se ha perdido y ha reducido la capacidad de discernir y tomar decisiones correctas al instante».